El funcionamiento del
taladro es sencillo, y similar al de que han usado algunas
tribus para conseguir con palos la velocidad de frotamiento
capaz de producir fuego.
El taladro consta de unos
elementos verticales de soporte, a los que va unido un brazo
horizontal, que transmite la fuerza para perforar la piedra.
Esta fuerza constante se
consigue mediante el procedimiento de colgar del brazo
horizontal una piedra de gran tamaño. Se produce, entonces,
un efecto de palanca.
El eje que taladra va sujeto
al arco mediante una lazada sencilla en la cuerda, que actúa
como corredera de viene y va.
La piedra colgada a media
altura en el eje del taladro, actúa como volante de rotación
del mismo, además de aumentar la presión en el punto de
contacto.
En lo que respecta a los
materiales, como los ejes de taladro sólo podían ser de
madera o de hueso (fémures de animales grandes, por ejemplo)
se usaba como abrasivo sílex triturado, que se interponía
entre la madera o el hueso y la piedra, y que se renovaba cada
cierto tiempo.
La eficacia de máquinas
herramienta de este tipo está confirmada, ya que se conservan
numerosos útiles de piedra pulimentada, con agujeros bien
perforados para introducir mangos.