La fabricación de agentes
ozonolíticos está hoy en día prohibida, aunque aún cabe usar
los inventarios existentes, que se van sustituyendo
gradualmente.
A tal efecto existe el Convenio
de Viena, 1985, y el de Montreal,
1987, formalizados para proteger la capa de ozono. Para ello se
estableció un calendario de reducción de la producción de
CFC, a partir de 1993, que llegó a a valor nulo en 1996.
Para otros compuestos no tan
críticos, como los HCFC, el periodo de extinción es mucho más
dilatado, prácticamente hasta el 2020.
